jueves, 11 de septiembre de 2008

Allende las palabras, el reflector

La difusión de los rostros y de las presencias, el gusto por saberse nombrado en todas partes, o hasta donde la vanidad lo desee, ha sido una de las mayores calamidades que el siglo XX nos ha dejado. De los millones de poetas pocos son los que han sentido la repulsión, el vómito después de la montaña rusa, por todo lo que tenga que ver con esa preocupación neurótica, siempre secreta y subterránea, de si los demás han escuchado hablar de nosotros. El poeta se ve comprometido a cumplir una sarta de tonteras publicitarias y de difusión de sí mismo, que el lugar ocupado comúnmente para escribir adquiere el carácter de la ruina y de la devastación. El escritorio, el papel y la pluma, la computadora, quedan deshabitados, infectados por la indiferencia de un dueño preocupado menos por un texto a medias que por el ánimo de retratarse con aquel gran poeta o de presentarse en la próxima lectura. Lo monstruoso no son las constantes y múltiples distraccciones al poeta sino el gusto de éste por ellas. El olvido de muchos de que la escritura está en la escritura y no en una desenfrenada cantidad de contactos en un cuaderno, es uno de los síntomas de la literatura como pasarela. Y aunque el trato y el roce entre poetas sea algo inevitable en una época atiborrada de conferencias, encuentros, coloquios, comidas, etcétera, y en los que los malos siempre son los más amables y sonrientes por eso de la zalamería, quedan dos preguntas: ¿los poetas deberían conocerse entre sí? ¿Sería saludable tener un limitado número de amigos poetas? A veces, luego de no poder dormir y sin otro remedio que atacar las preguntas pendientes, uno se responde que sí, que los poetas en efecto deberían estar en la vida de los demás -poetas y público- solamente como autores de buenos o de malos poemas, que deberían ocupar la esencia del fantasma, su evasión y descortesía por no presentarse corpóreos ante los demás.

1 comentario:

Tania dijo...

creo que solo tu escribes este blog verdad rod?, fui el sabado a la biblioteca, no te encontre.
ya voy renovando mi blog, pero, no es muy interesante.
abrazos yaupepequeños.
tania