domingo, 20 de abril de 2008

Envoltorio con tres poemas

No importa si no estamos en nuestra casa, pero una vez cerrada una puerta ya todo es personal. Las habitaciones y sus presencias se acomodan a la forma de nuestra dirección y nuestro ánimo, terminan por convertirse -en el tiempo que dura la estancia- en prolongaciones, falanges, de un desorden o temperatura propios. Los cuartos de hotel, más allá de su arquitectura pastelosa o descascarada, tienen el carácter de la promiscuidad: lo transitorio. Las personas llegan con la levedad gatuna, con esa fisonomía tan cauta como secreta, para poco a poco poner la pasta de dientes sobre el lavabo, regar los zapatos y colgar las camisas por donde sea, pisar la alfombra con los pies descalzos. Cuando el deseo de colonización esta a punto de cerrarse llega la hora de bajar las maletas y de volver a casa. La habitación queda otra vez vacía y adormilada. Qué es un cuarto de hotel sino una multicancha, una forma que nos hace pensar en los anteriores huéspedes, en su rostro y en su nombre. Coral Bracho dice en Cuarto de hotel:

Comienza a disolverse

Y ahora que quiero ordenar ese hotel
–como se ordenan los objetos sobre una mesa,
como se cambian de lugar el pan
o la sal–
los cuartos comienza a disolverse.
Sopla el viento sobre su base
y cae
muy lentamente,
entre pétalos tenues,
entre papeles.

¿De dónde a dónde?

¿De dónde a dónde abre esta puerta?
¿Qué va dejando
poco
a poco
fuera?

Un catre pequeño

Hay otro inquilino en este cuarto
pero no parece vernos.
Duerme en un catre pequeño,
separado de nuestra cama.
Cada uno de sus enseres
para ir cobrando forma
a medida que pasa el tiempo.
El catre, antes difuso y azulado
como una sombra, es ahora definido
y conciso.

Cualquier camino es Pérec


Apilar libros, o lo que sea, en una silla es signo del protagonismo que estos ocupan en la cabeza y en el afecto de su dueño. Los de arriba son los más leídos, o al menos los más hojeados, los de abajo se conforman con soportar a los de arriba, su trabajo es dar equilibrio. En mi caso los de arriba mañana están abajo y viceversa, pero éste es el orden, empezando por arriba, de lo que hay en una de mis sillas el sábado 19 de abril de 2008: Diccionario de Lengua Española y de Nombre Propios. Los relatos, 3 (Julio Cortázar). Toda suerte de libros paganos (Christopher Domínguez Michael). Programa de Actividades Culturales de la XXIX Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. Las aventuras de Max y su ojo submarino (Luigi Amara). Antología del Premio de Poesía Aguascalientes, 40 años: 1968-2007. Brevedades (Julio Torri). Pauta No. 102. Mi tablero de cartón para jugar Go. Los perros románticos (Roberto Bolaño). Vocación de estragos (Marco Fonz de Tanya). Poemas [1990-2004] (Régis Bonvicino). Credencial de estudiante. Revista Replicante No.13. Un fólder verde con fichas de examen de la UNAM. Letras Libres No. 73. Blanco Móvil No. 71. Revista Revés No. 53. El poeta y su trabajo No.18. Textofilia No.12. Traducción a lengua extraña (Luis Jorge Boone). Cabaret Provenza (Luis Felipe Fabre). El nombre de esta casa (Julián Herbert). Cuerpo interrumpido (Afhit Hernández). Las hipótesis de Nadie (Juan Manuel Roca). Gahona y Posada, grabadores mexicanos (Francisco Díaz de León). Poemas del viejo indecente (Charles Bukowski).Cuaderno Salmón No. 1. Cuaderno Salmón No. 5. Madre Luz (Lorenzo Ahumada). Tres poemas (Elsa Cross). Aroma del este, antología de la poesía clásica coreana sijo. Talea No.1. Poesía y composición y otros ensayos sobre arte y literatura (Joan Cabral de Melo Neto). Lo creativo y otros ensayos (Robert Creeley). Homo Sonorus: antología internacional de poesía sonora. Medio boleto de autobús. Instrucciones de uso para gel con aplicador en forma de lápiz. La tarjeta de presentación Tanya de Fonz. La tapa del control remoto. Muchas monedas. Un pluma.