Siempre a punto del vuelo,
es la rosa la hélice más lenta.
La rosa es un avión con la avería
genética de su impericia generacional.
Levantaría en un siglo hacia los cielos
las numerosas alas diminutas
si no fuera su vida de boceto oriental,
o de haikú, tan frágil y tan corta.
Eduardo Lizalde
domingo, 1 de julio de 2007
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