martes, 15 de abril de 2008

Cuando las balas se jubilan


¿Cómo debe acabar su vida un héroe de películas que se enfrentó a toda una pasarela de maleantes, de metralletas, de bombazos? Lo deseable sería pensar en una sala llena de armas en donde el héroe, esa figura que hoy no tendría relevancia sin la mercadotecnia y los efectos especiales, se sienta a reconstruir con cierta sonrisita orgullosa y superior todas las luchas que tuvo contra los malos para después confundir su verdadera biografía con la de su personaje. Pero horriblemente ese no es el final de ningún héroe cinematográfico, al menos no de uno mexicano. Mario Almada es conocido como uno de los actores que han hecho de la sangre y los balazos el margen que lo rodea. Y aunque es cierto que se han hecho decenas de chistes y de bromas gracias a sus jaladas (que en sentido estricto son las de los directores, los guionistas y los productores) no sobra un pedazo de curiosidad por esa figura a la que sus huesos cada día sostienen menos. Después de haber hecho más de 300 películas y creo que algunas participaciones especiales en muchas otras, Mario Almada ablanda las manos debido a que a si lo requiere el negocio familiar. Mario Almada, hasta donde sé por la revista TVNOTAS, tiene un establecimiento en Cuernavaca de hot dogs. Pero no es el carrito mal pintado donde a menudo comemos cuando estamos borrachos sino uno espacioso donde seguramente los pies no interfieren con la caminata de otras personas. Con poco más de 10 meses de servicio hotdoguero el señor de inmortal arma de fuego y sombrero texano termina por declararle a Omar Argueta, reportero de la revista, situaciones tan desconocidas como apantallantes: “Yo aprendí a prepararlos [los hot dogs] cuando me fui de mojado a Estados Unidos”. “… estoy medio sordo y medio ciego pero sigo siendo Mario Almada.” En la foto central del reportaje aparecen Mario Almada, su hijo Marcos y su nieto Nicolás. Detrás de ellos, eficaz y oportuno, uno de esos anuncios que utilizan las grandes cadenas de comida en donde se anota que el Sándwich Pack cuesta 52 pesos y el Jumbo Pack 59. Es lo único que alcanza a verse, es lo único que justifica la frase de "alabada sea la heroica gastronomía", no importa de qué manos vengativas venga siempre y cuando tape el hoyo de ballena que tengo en el estómago a estas horas.

No hay comentarios.: